São Miguel das Missôes, una ciudad de película.
Las misiones jesuíticas nacieron allá por el siglo XVI, cuando España y Portugal encargaron a los religiosos de la Compañía de Jesús (fundada por San Ignacio de Loyola en 1540) que fueran a las colonias de América del Sur a evangelizar a las comunidades indígenas.
Dentro del proyecto colonizador de los países europeos, los jesuitas intentaron cambiar el modo de vida de la población nativa, mayormente guaraníes, enseñándoles la religión, la cultura y modo de trabajar que traían de Europa. La cultura impuesta se superpuso a las habilidades y tradiciones de los aborígenes sin eliminarlas, y el resultado fue una creación original de la que hoy quedan las ruinas, inscritas en la Lista de Patrimonios de la Humanidad desde 1985.
Las misiones o reducciones jesuíticas estaban formadas por treinta pueblos, situados siete de ellos en lo que hoy es Brasil, ocho en Paraguay y quince en Argentina. Su diseño era sencillo: una plaza central rectangular donde estaba la iglesia, el colegio de los curas y sus dependencias, de un lado, y en el lado opuesto, las viviendas de los indígenas.
La ciudad brasileña de São Miguel das Missôes, una ciudad de película. (San Miguel de las Misiones), situada en el Estado de Rio Grande do Sul, a medio camino entre São Borja y Passo Fundo, alberga las ruinas de lo que fuera la reducción jesuítica de San Miguel Arcángel, que por su buen estado de conservación fueron elegidas como escenario para la película “La Misión”, con Robert De Niro y Jeremy Irons filmada en 1986.
Las ruinas de la iglesia principal de São Miguel son el principal símbolo brasileño de la civilización misionera. Es una expresión de la arquitectura barroca misionera inspirada en el diseño de la iglesia de Gesú, en Roma. Junto al lugar se sitúa el Museo de las Misiones, obra del arquitecto Lucio Costa, basado en el diseño de las casas de los indios misioneros; en él se exponen objetos de arte y de arquitectura, donde es interesante observar cómo el artesano indígena, trabajando bajo instrucciones de los misioneros europeos, dejó sin embargo la impronta de su propia tradición.
Es un lugar muy bonito e interesante para visitar, porque después de que oscurece ofrecen, en el marco de la esplendorosa noche brasileña, un espectáculo de luz y sonido de unos 50 minutos, que relata con belleza y emoción la historia de las ruinas.
Otros municipios que conservan estas reliquias son, además de São Miguel das Missões, los de Santo Ângelo, Ijuí, Caibaté, Guarani das Missões, São Luiz Gonzaga, Santo Antônio das Missões, Augusto Pestana y Santa Rosa y otros.
Vale la pena acercarse y conocer las ruinas de las misiones, es una experiencia emocionante y una oportunidad para sacar muy buenas fotografías.
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